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Las várices sangrantes no son una afección comúnmente conocida, aunque pueden ser extremadamente peligrosas y potencialmente fatales. Estas venas sangrantes a menudo son causadas por ciertos tipos de presión arterial alta, incluida la hipertensión portal, cuando el flujo sanguíneo excesivo en la vena porta es más de lo que las venas pueden soportar, lo que hace que estallen. Esta condición se ha relacionado con formas de enfermedad hepática, particularmente cirrosis, debido al tejido hepático cicatrizado y la circulación sanguínea errática que resulta. Aunque la progresión de la cirrosis puede conducir a la hipertensión portal, las personas en las primeras etapas de la enfermedad hepática deben tener cuidado, ya que también tienen un mayor riesgo de desarrollar esta afección.
Los síntomas de las várices sangrantes varían, pero generalmente son consistentes con los síntomas de la enfermedad hepática crónica. El tratamiento debe administrarse inmediatamente para detener el sangrado y establecer un flujo sanguíneo saludable. Existen algunos métodos diferentes para tratar las várices sangrantes que van desde medicamentos no invasivos hasta procedimientos quirúrgicos invasivos.
Si tiene una enfermedad hepática crónica, un enfoque proactivo para prevenir esta peligrosa complicación es crucial para su salud. Algunas medidas preventivas a considerar son los suplementos nutricionales a base de hierbas para proteger contra un mayor daño hepático y las modificaciones dietéticas simples, porque los alimentos que ingiere pueden dañar su cuerpo sin saberlo. Una vez que desarrolle várices sangrantes, el único curso de acción es el tratamiento médico inmediato, así que asegúrese de hacer todo lo posible para prevenir la aparición de esta afección.
